Pablo Neruda es uno de
los más populares y reconocidos poetas de la lengua castellana. Galardonado con
el Nobel de Literatura en 1971, este escritor resulta comúnmente recordado por
su lírica de temática amorosa, aunque sus versos abarcaron muchos otros campos
temáticos, entre los que «Oda al diccionario»* constituye una pieza sui géneris.
«Oda al diccionario»
Lomo de
buey, pesado
cargador,
sistemático
libro
espeso:
de
joven
te
ignore, me vistió
la
suficiencia
y me
creí repleto,
y
orondo como un
melancólico
sapo
dictaminé:
"Recibo
las
palabras
directamente
del
Sinaí bramante.
Reduciré
las
formas a la alquimia.
Soy
mago".
El
gran mago callaba.
El
Diccionario,
viejo
y pesado, con su chaquetón
de
pellejo gastado,
se
quedó silencioso
sin
mostrar sus probetas.
Pero
un día,
después
de haberlo usado
y
desusado,
después
de
declararlo
inútil
y anacrónico camello,
cuando
por largos meses, sin protesta,
me
sirvió de sillón
y de
almohada,
se
rebeló y plantándose
en mi
puerta
creció,
movió sus hojas
y sus
nidos,
movió
la elevación de su follaje:
árbol
era,
natural,
generoso
manzano,
manzanar o manzanero,
y las
palabras,
brillaban
en su copa inagotable,
opacas
o sonoras
fecundas
en la fronda del lenguaje,
cargadas
de verdad y de sonido.
Aparto
una
sola
de
sus
páginas:
Caporal
Capuchón
qué
maravilla
pronunciar
estas sílabas
con
aire,
y más
abajo
Cápsula
hueca,
esperando aceite o ambrosía,
y
junto a ellas
Captura
Capucete Capuchina
Caprario
Captatorio
palabras
que se
deslizan como suaves uvas
o que
a la luz estallan
como
gérmenes ciegos que esperaron
en las
bodegas del vocabulario
y
viven otra vez y dan la vida:
una
vez más el corazón las quema.
Diccionario,
no eres
tumba,
sepulcro, féretro,
túmulo,
mausoleo,
sino
preservación,
fuego
escondido,
plantación
de rubíes,
perpetuidad
viviente
de la
esencia,
granero
del idioma.
Y es
hermoso
recoger
en tus filas
la
palabra
de
estirpe,
la
severa
y
olvidada
sentencia,
hija
de España,
endurecida
como
reja de arado,
fija
en su límite
de
anticuada herramienta,
preservada
con su
hermosura exacta
y su
dureza de medalla.
O la
otra
palabra
que allí
vimos perdida
entre
renglones
y que
de pronto
se
hizo sabrosa y lisa en nuestra boca
como
una almendra
o
tierna como un higo.
Diccionario,
una mano
de tus
mil manos, una
de tus
mil esmeraldas,
una
sola
gota
de tus
vertientes virginales,
un
grano
de
tus
magnánimos
graneros
en el
momento
justo
a mis
labios conduce,
al
hilo de mi pluma,
a mi
tintero.
De tu
espesa y sonora
profundidad
de selva,
dame,
cuando
lo necesite,
un
solo trino, el lujo
de una
abeja,
un
fragmento caído
de tu
antigua madera perfumada
por
una eternidad de jazmineros,
una
sílaba,
un
temblor, un sonido,
una
semilla:
de
tierra soy y con palabras canto.
*El fondo musical que
acompaña a la grabación del poema es «Habanera del Ángel», de José María Vitier.
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