Menú

BARRA DE TRADUCCIÓN Y REDES SOCIALES

Selecciona tu lengua Siguenos en FacebookSíguenos en Twitter Siguenos en YouTubeEnglish French GermanItalian DutchRussian Portuguese JapaneseKorean

Un cambio de canal para Latinoamérica

Aquí podrás encontrar información sobre un programa de becas que ofrece Alemania a jóvenes de Latinoamérica, expresión de la influencia que varios países se han propuesto ejercer sobre la región, desde los medios masivos internacionales.
Diplomacia blanda. Así llaman en el campo de las relaciones internacionales al empleo de la cultura, los valores, la lengua y la exportación de estilos de vida, como herramientas para ejercer influencia sobre otros pueblos, antesala para viabilizar intercambios económicos, así como alianzas en el terreno político. Desde hace mucho tiempo, resulta harto conocido que dicha especie de seducción transfronteriza puede ser más eficaz que las invasiones y los concilios, por lo que no son pocos los países que en el mundo asumen -no como un gasto sino como una inversión- esta arista de su proyección internacional.
Por supuesto, no todos tienen el mismo éxito. Entre otras cosas porque para ello hace falta dinero, lo que para Alemania, la principal economía de Europa, no es un gran problema. Sin embargo, los germanos cuentan con algo más que garantiza sus resultados positivos en la diplomacia blanda: una sociedad que resulta paradigmática en muchos campos y una gran experiencia vendiéndose a sí mismos, en especial a partir de la «Guerra Fría», período que forjara durante décadas ese talento para el autobombo de los entonces alemanes occidentales, quienes competían ante todo con los otros de su misma identidad nacional y acervo histórico, los atrapados tras el Muro.
Los medios masivos en la era de la información representan otro de los más poderosos instrumentos de esta clase de diplomacia sutil. Consciente de ello, el Internationale Journalisten-Programme, organización sin fines de lucro patrocinada con fondos públicos alemanes, potencia desde 1981 la formación de jóvenes periodistas. Este año la entidad lanzó ya una nueva edición de su plan de becas para egresados en Periodismo de algunas regiones del mundo, entre quienes se alienta a participar a los latinoamericanos.
El programa de becas anima a postularse a jóvenes alemanes entre 25 y 38 años, interesados en realizar estancias en corresponsalías latinoamericanas, con un equipo editorial de apoyo en el país seleccionado. Entre las naciones más solicitadas para desarrollar esta especie de prácticas se encuentran Brasil, Argentina y México, aunque se puede optar por otros destinos de América del Sur y Central, incluyendo Cuba. La misión de los corresponsales seleccionados para este programa consiste en profundizar sobre las realidades de los países de acogida, para potenciar el interés hacia ellos, en los diferentes medios de Alemania.
De manera recíproca, los jóvenes periodistas latinoamericanos, comprendidos en el mismo rango de edad, podrán postularse para participar en el plan de becas, si sienten un interés especial por Alemania y se encuentran dispuestos a viajar a dicha nación europea para vincularse varios meses con el trabajo en las redacciones de diversos órganos de prensa, después de recibir un seminario introductorio. Los interesados en este programa podrán enviar sus candidaturas por correo electrónico a las embajadas germanas en sus respectivos países. El conocimiento del idioma alemán será un mérito altamente valorado en el proceso de selección, aunque al menos se debe evidenciar buen dominio de inglés.
La diplomacia blanda en el campo del periodismo y la comunicación masiva desde hace décadas sitúa a la gigantesca audiencia latinoamericana en el lente de cámaras y titulares periodísticos. La propia Alemania cuenta con una versión en español de su canal público internacional (DW), el que, a pesar de ser financiado por el país que capitanea la UE, no solo tiene a los hispanohablantes ibéricos como público potencial, sino que ostenta mayor proyección americanista que la propia TVE en su emisión global, la cual más bien se parece al aldeano vanidoso que mira exclusivamente sus propios calcañares, tocando de soslayo -casi únicamente en los telediarios- la realidad de Latinoamérica.
Pero la DW no es el único caso en cuanto a la satisfactoria inclusión de cuestiones latinoamericanas en su agenda. CNN desde hace años cuenta con una versión en español, al igual que Euronews y France 24 (ambos franceses), Russia Today (Rusia) y hasta la tele central china CCTV. Incluso, la BBC -a pesar de su tantas veces criticada hispanofobia- enfoca cada vez mejor su artillería transmedia hacia Latinoamérica, con corresponsalías en varios sitios, si bien todavía no cuenta con un canal de televisión exclusivamente en nuestro idioma (ni hay ni se le espera). Todos esos órganos de prensa compiten por llegar estratégicamente al público castellanohablante global y en sus micrófonos la lengua cervantina vibra con la multitud de acentos que la enriquece.  
Sin embargo, en España, la antigua metrópoli y matriz cultural de Hispanoamérica, los contenidos que reflejan la vida de los latinoamericanos, pueblos hermanos en lengua y tradiciones, más bien resultan breves, poco frecuentes y estereotipados: violencia, miseria, atraso… Cada vez resulta más común, en la cuna de la lengua castellana, escuchar que desde la tele llaman sudamericanos a la gente de México, El Salvador o Puerto Rico, evidencia del total descuido por expresar, junto al gentilicio certero, el componente identitario que la palabra encierra. Hasta la Telesur, de Nicolás Maduro, desde su perspectiva ideológica, ofrece una mayor visibilidad a los pueblos hispanos del hemisferio occidental, sus valores culturales y tradiciones.
Las demás televisiones en español también se han ido por delante de TVE en cuanto al interés por mostrar la vida en un subcontinente joven que, desde el río Bravo a la Patagonia, se impone a sus retos cotidianos, para mostrar al mundo realidades que van más allá de los tópicos sobre sicarios y subdesarrollo. Un Uruguay que desde lo diminuto de su geografía se crece hasta niveles de vida equiparables con los del Viejo Mundo. La Bolivia, cobre y mineral, que ha dado voz a los silenciados de siempre. La Colombia donde florece el folklore, en medio de la adversidad que pareciera marchitar toda alegría. La Argentina del Papa y los grandes escritores. El Perú, cuna de civilizaciones entre las más antiguas de la humanidad. El México que, abriéndose paso entre las balas, sigue preservando sus 33 patrimonios declarados por la UNESCO, así como su mosaico de costumbres. La Cuba que, desde su tozudez como nación, se empeña en pretender construir utopías.
Esa Latinoamérica, la de Calle 13, que aún sin pies camina, sigue proyectándose en la Madre Patria como en los tiempos del NO-DO, todavía en blanco y negro. Que no sorprenda encontrar en franceses y alemanes mejores niveles de información objetiva sobre los pueblos latinoamericanos, que entre los españoles, quienes paradójicamente comparten la misma lengua. Ya lo dijo Gabriel García Márquez: mientras España se aferre a ser europea, seguirá perdiendo a la parte de sí misma que quedó en el otro lado del océano. El discurso iberoamericanista que las autoridades españolas invocan cuando les conviene, en los medios peninsulares cotidianamente tiene muy pocos ecos, a pesar de que -como todo el mundo sabe- desde los audiovisuales se construyen identidades y alianzas entre los imaginarios.  
Desde esta perspectiva, muchos lamentan aún la pérdida de los festivales de la OTI, por no haber encontrado fórmulas económicas más rentables que garantizaran la supervivencia del único espacio televisivo que permitía reencontrar a todo el público castellanohablante del mundo, frente a la pequeña pantalla. No me imagino que los británicos -otros campeones históricos en diplomacia blanda- un día renunciaran a sus Commonwealth Games, por razones de presupuesto. Decidle a un francés que la Organización Internacional de la Francofonía despilfarra sus impuestos en eventos para promover su cultura y verás cómo reacciona. Tal vez por eso, Londres siempre estará más al norte, mientras Madrid quedará por debajo y París, más hacia el interior del continente europeo.
Una pena que la Madre Patria, con su ceguera secular, subestime ese nicho natural que naciones menos afines con Latinoamérica como Alemania, China y Rusia, se esfuerzan en conquistar. Posiblemente por ello, el iberoamericanismo resulta percibido por los hispanos occidentales de a pie con un «no sé eso de qué va», aparte de las cumbres -cada vez menos significativas- de jefes de Estado y los ecos -con frecuencia distantes para el común de los mortales- de las 23 academias de la lengua, las que discuten como logias sobre sus cosas, desde las estratosféricas y burbujeantes dimensiones de la gramática, la dialectología y la norma estándar.  
España sigue y seguirá más desenchufada de lo que debiera con respecto a ese mundo que ayudó a forjar. Probablemente por eso, cuando un latino de Ecuador, Costa Rica o Chile apunta con el control remoto del televisor, las antenas viran la cara hacia Hollywood, Miami, Nueva York e, incluso ahora, hacia París o Berlín. Así, pareciera que España jamás volverá a ser capital y fuente de estilos, pensamientos y modas, como en tiempos ya lejanos, cuando se le daba mejor exportar lo suyo plus ultra.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Ya que has llegado hasta aquí, BP agradecería tus comentarios y sugerencias.