El siguiente vídeo explica por
qué México, como estado soberano, logró sobrevivir gracias al racismo de sus
vecinos estadounidenses.
Entre 1846 y 1848 tuvo lugar la Guerra Mexicano-estadounidense, como consecuencia de la política expansionista yanqui. Los Estados Unidos habían potenciado el surgimiento de la República de Texas, en territorio que originalmente había formado parte del Virreinato de la Nueva España y luego, de México, como su estado sucesor.
Entre 1846 y 1848 tuvo lugar la Guerra Mexicano-estadounidense, como consecuencia de la política expansionista yanqui. Los Estados Unidos habían potenciado el surgimiento de la República de Texas, en territorio que originalmente había formado parte del Virreinato de la Nueva España y luego, de México, como su estado sucesor.
La República de Texas finalmente fue anexada en 1846 a
Estados Unidos y este acontecimiento se convirtió en uno de los detonantes del
conflicto bélico, además de las incursiones del ejército gringo, en la zona
entre los ríos Nueces y Bravo, también bajo jurisdicción mexicana. Rápidamente
el Congreso de EUA declaró la guerra que conduciría a la toma de la capital de
México un año después.
Con el dominio de la Ciudad de México ya toda la nación se
encontraba prácticamente bajo la bota yanqui. En el siguiente vídeo se explica
la incompatibilidad racial, religiosa y lingüística que se aludió a la hora de vetar
la apropiación de la totalidad del territorio mexicano por parte de Estados
Unidos. Tales argumentos son históricamente ciertos.
No obstante, también en la historia de las relaciones
internacionales, se baraja otra hipótesis, según la cual los gringos de los
estados del norte vieron en la anexión de México una amenaza para el
fortalecimiento del sur esclavista de EUA, lo que constituía un peligro de cara
a la agudización de las contradicciones que dos décadas después desatarían la
Guerra de Secesión.
De una forma u otra, lo cierto es que México con su riqueza
cultural y racial, estuvo a punto de desaparecer como nación soberana. Por
suerte, las ambiciones expansionistas estadounidenses pasaron a un segundo
plano frente a otras prioridades e intereses. Eso sí, México perdió más de la
mitad de su territorio como consecuencia del Tratado de Guadalupe Hidalgo,
redactado totalmente por los gringos y en el que se cedía a EUA el control de
Texas, así como los territorios de los actuales estados de Arizona, California,
Nevada, Utah, Nuevo México y partes de Colorado, Wyoming, Kansas y Oklahoma.
En nuestros días, cuando el Donald Trump invoca a los
mexicanos como causa de todos los males en la sociedad estadounidense, muchos
quisieran restregarle en la cara al presidente republicano esta historia digna
de cualquier relato de piratería. México, tan lejos de Dios y tan cerca de
Estados Unidos.
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