No fue nuestro primer Nobel de Literatura. Antes que él Neruda, Gabriela Mistral y Miguel Ángel Asturias habían conquistado los favores de la Academia Sueca para las letras hispanoamericanas. Pero otros de nuestras tierras también habían alcanzado el cielo de la universalidad, incluso sin necesidad de llamar la atención de los nórdicos y sus medallas: Rubén Darío, José Martí, Jorge Luis Borges, Juan Rulfo, Sor Juana Inés de la Cruz, César Vallejo... Sin embargo, la distinción obtenida por el Gabo tuvo tal impacto y nivel de consenso, generó semejante orgullo colectivo entre nuestros pueblos, que todavía hoy se asume como un gran triunfo de toda Latinoamérica.
Ello se debe posiblemente al mensaje común que varias generaciones de latinoamericanos han encontrado entre las páginas de Cien años de soledad, una mensaje que el propio Gabo resumió así:
"Macondo no es un lugar geográfico, es un estado de ánimo. Es el estado de ánimo que se vive en el Caribe. Los europeos y particularmente los franceses y particularmente los cartesianos, tienen un problema: es que les han dado un cuadro dentro del cual meter la realidad. Y la realidad que no cabe dentro de esos cuadros no existe. No se puede creer en ella porque no. Pero la vida allá y acá es la misma, lo que pasa es que nosotros no tenemos esos cuadritos donde meterla, sino que la tomamos como viene."
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