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Ciudades hermanas, las hijas de Santiago

Estatua de Santiago Matamoros, inspirador de la Guerra de Reconquista española contra los musulmanes, durante la Edad Media.
Varias ciudades de América comparten el nombre del Apóstol Santiago y además la herencia ibérica llevada por los conquistadores al Nuevo Mundo. Sin embargo, se diferencian casi todas en algo tan simple como los gentilicios.

Muchas ciudades, poblados y hasta accidentes geográficos de América fueron bautizados con los mismos topónimos (1) que existían en España durante el período de la conquista y colonización del Nuevo Mundo. Así podemos encontrar una Valencia ibérica y mediterránea, pero también otra venezolana, la capital del estado de Carabobo.
De igual forma, en la geografía argentina abundan las referencias a sitios de la madre patria. La Rioja, provincia situada al noroeste de la región de Cuyo en dicho país sudamericano, nos recuerda el territorio español de igual nombre donde se produce uno de los vinos más famosos del mundo. Si nos desplazamos más al centro en la patria del tango nos encontramos con Córdoba, ciudad que comparte su topónimo con uno de los principales asentamientos metropolitanos de Andalucía, famosa en la historia por haber sido la capital del Califato de los Omeya y por personalidades como el gran médico judío Maimónides.
Sin embargo, ahí no termina el paralelismo entre los nombres de las ciudades de España y la de sus antiguos territorios al otro lado del Atlántico. La lista podría ser bastante extensa: hay una Cartagena en las inmediaciones del Caribe colombiano y otra en las costas mediterráneas de Murcia, hay una Cuenca ibérica y otra en la zona meridional de Los Andes ecuatorianos, hay una Trujillo hispana en Extremadura y otra en Perú, hay una Guadalajara en México y otra en la comunidad autónoma española de Castilla-La Mancha...

Evidentemente la configuración toponímica de América evidencia cómo los conquistadores españoles trajeron al Nuevo Mundo, no solo esperanzas de sociedades más armónicas con respecto a la entonces desgastada Europa, sino que inevitablemente también cargaron sus morrales con la nostalgia por la tierra natal que muchos no volvieron a ver después de atravesar el océano.
El copiar los nombres de sitios ibéricos en suelo americano, no solo respondió a una estrategia para crear nexos de identidad entre los territorios hispanos, sino que además constituyó muchas veces una forma de glorificar al terruño natal de los hijos de España asentados en las colonias de ultramar. Por supuesto, que además en todo este proceso de nombrar ese mundo que se estaba edificando, las creencias católicas de los colonizadores y el santoral de la iglesia jugaron un papel fundamental.
Lo anterior queda evidenciado por la gran cantidad de ciudades de la América hispana que comparten el nombre con Santiago, como la capital gallega, donde según la tradición reposan los restos de Santiago, el Mayor, uno de los doce apóstoles de Cristo, quien es considerado patrón de España y a quien los españoles encomendaban las riendas de sus destinos cuando decidían abrirse camino en el otro lado del Atlántico.
Una de las cuestiones curiosas es que si bien estas ciudades honran con su nombre al discípulo de Cristo, se diferencian casi todas por sus gentilicios, o sea, varían las denominaciones que reciben los habitantes oriundos de estos lugares, lo que evidencia la riqueza de la lengua castellana, así como la creatividad de sus hablantes a la hora de reconstruir lingüísticamente su identidad.

El descubrimiento de los que se suponen los restos de Santiago Apóstol impulsó el crecimiento de Santiago de Compostela.

Santiago ibérica
Posiblemente la ciudad gallega de Santiago de Compostela, con su significación para la fe católica, actuó como el gran árbol que esparciría sus semillas por América, dando lugar a ciudades con igual nombre y encomendadas al mismo patrón. El auge de esta urbe, situada en la actual provincia de La Coruña, se encuentra asociado al descubrimiento, según la leyenda, de los restos del discípulo de Cristo del cual toma su nombre.
Se dice que cuando los apóstoles se lanzaron por el mundo a predicar el Evangelio, el Mayor asumió la tarea de llevar la palabra de Cristo a la Península Ibérica, territorio entonces bajo dominio de los romanos, al que estos denominaban Hispania. La tradición medieval recoge la presencia del evangelista en diferentes puntos de la actual España.
Luego se cuenta que estando donde es hoy Zaragoza a Santiago se le aparece la Virgen María, quien le pide, como a los demás apóstoles, que regrese a Jerusalén porque quería morir rodeada por los discípulos de su hijo. A su regreso el Mayor es martirizado y según agrega la tradición, fueron sus seguidores quienes trajeron de vuelta su cadáver hasta suelo hispano.
La otra parte de la historia comienza a principios del siglo IX cuando un ermitaño fue testigo de unas extrañas luces que bailoteaban en un área boscosa, en las inmediaciones de donde se encuentra hoy la Catedral de Santiago de Compostela. En la zona referida por Pelayo, como se llamaba aquel cristiano testigo de los extraños acontecimientos, se descubrió una tumba que contenía un cadáver decapitado con la cabeza bajo el brazo.
Los sucesos enseguida generaron interpretaciones en clave religiosa hasta el punto de que el propio Rey de Asturias, Alfonso II, el Casto, soberano de buena parte del norte ibérico, mandó a construir la primera iglesia en honor al apóstol de Cristo. Alrededor de dicho santuario comenzaría a crecer la población de la actual Santiago de Compostela, especialmente con inmigrantes provenientes de zonas aledañas.


Muchos aluden la intención política que subyace detrás de la fundación de lo que es hoy la capital gallega. La corona asturiana vio en el sagrado descubrimiento una vía para contrarrestar las creencias paganas que por siglos habían persistido en esta región habitada por tribus celtas, al tiempo que se estimulaba la unidad del reino entorno al cristianismo y a la memoria de Santiago, quien pasaría a ser conocido luego como el Matamoros, inspirador de la resistencia frente a la amenaza del islam que se tejía desde el sur peninsular.
Lo cierto es que Santiago de Compostela se convirtió en uno de los sitios más importantes de la cristiandad en la Edad Media, junto con Roma y Jerusalén. Dicho punto de la geografía española se erigió desde entonces como el final de una ruta de peregrinación desandada por creyentes de casi toda Europa. La trascendencia alcanzada por este lugar queda evidenciado en el Códice Calixtino, un manuscrito del siglo XII que además de compilar textos vinculados al Mayor, ofrece una serie de consejos de viaje para los peregrinos.
En la actualidad la ciudad de Santiago de Compostela, Patrimonio Cultural de la Humanidad, y su catedral siguen despertando la misma atracción en quienes las visitan. Los santiagueses, o compostelanos, como también se suele denominar a los originarios de la urbe, viven orgullosos de ello. Durante mi estancia en esta meca gallega pude palpar entre los muros medievales los ecos de la espiritualidad acumulada durante siglos, esa que un día subió a los barcos, para llevar el nombre de uno de los apóstoles de Cristo al otro lado del océano.
Santiago de Cuba es conocida también como la capital cultural del Caribe.

Primeras Santiago de América
La arraigada devoción española por el Mayor llegó junto con los viajes de Cristóbal Colón. Prueba de lo anterior es que Santiago de los Caballeros, la primera villa del Nuevo Mundo con el nombre del apóstol resultó fundada en 1495 por el propio descubridor de América, durante su segundo viaje, solo tres años después de haber pisado por primera vez las tierras de este continente.
En la actualidad dicho asentamiento se ha convertido en la segunda ciudad más importante de República Dominicana. Su nombre según cuentan es un tributo a su abuela la urbe gallega y le agregaron “de los Caballeros” porque sus primeros pobladores fueron 30 legionarios de la Orden de Santiago, la cual tenía un carácter religioso y militar, en tanto surgió en la España medieval con el objetivo de proteger a quienes iban a peregrinar a la villa compostelana.
Dicen que los santiagueros, como suelen denominar a los naturales de esta urbe dominicana, son muy apegados a sus tradiciones, como suelen demostrarlo especialmente en sus tradicionales carnavales. Ese entusiasmo por las fiestas, así como por el legado del pasado y el empleo del mismo gentilicio acerca a los dominicanos de este territorio, no solo desde el punto vista geográfico sino también cultural, con sus vecinos caribeños de otra de las primeras ciudades americanas de las que honran con su nombre a Santiago Apóstol.



Santiago de Cuba fue fundada en 1515 por el Adelantado Diego Velázquez, cuya casa en el centro de la urbe en estos momentos se encuentra considerada como la edificación más antigua del período colonial en América entre todas las que se mantienen en pie. Según historiadores, la elección del nombre de la que se considera la quinta villa establecida por los españoles en tierras cubanas, responde a la fecha de su fundación el 25 de julio, día reservado para la fiesta del patrón guerrero de España.
Esta metrópolis se encuentra situada en el oriente de la mayor de las Antillas, en una posición privilegiada, lo que unido a las influencias culturales que ha acumulado de su entorno geográfico, hace que se conozca como la capital del Caribe. Nombres como el de Hernán Cortés, su primer alcalde, la sitúan como punto de referencia en la conquista de América.

En los primeros años de la época colonial fue capital de Cuba y también sede del arzobispado de la isla. Trasciende en la historia además por haber sido objetivo de ataques de corsarios y piratas, así como por haber aportado varios de los célebres patriotas de la independencia cubana.
Por si ello fuera poco, los santiagueros cubanos se enorgullecen por haber creado ritmos como el bolero y la conga, así como por festejos populares como la Fiesta del Fuego o Festival del Caribe, punto de encuentro de las herencias ibéricas, india y africanas. En la actualidad Santiago de Cuba es la segunda ciudad más importante de esa isla.

Santiago del Estero, primer asentamiento europeo en el actual territorio argentino.

Santiago del Estero: madre de ciudades
También en el día del patrono de España, pero en el año 1553, se funda lo que es hoy Santiago del Estero, capital de la provincia argentina de igual nombre y asentamiento más antiguo de todos los fundados por los europeos en la patria donde verían la luz Gardel y Borges.
Esta ciudad se encuentra en el centro-norte de Argentina, prácticamente más cercana a las fronteras de Chile, Bolivia y Paraguay que a Buenos Aires, la capital federal de la república. La región donde está enclavada presenta un clima semitropical continental de extremos contradictorios: dicen que pueden reportarse temperaturas de hasta 40 ºC en pleno invierno, mientras en verano puede que ni siquiera superen los 30º.
Por otro lado, contrastan las abundantes precipitaciones en el período estival con la sequía durante el resto del año. Todo ello dice mucho de las condiciones encontradas por los conquistadores españoles en el momento de la fundación de la villa, inspirados por la intención de extender los dominios de la espada y la cruz hacia el interior del subcontinente sudamericano.


Durante mi estancia en Argentina escuché de un sacerdote que la creación de Santiago del Estero en zona tan agreste evidencia las intenciones de la corona de Castilla, como mismo el establecimiento de las Trece Colonias en la costa oriental de Norteamérica desenmascara los propósitos ingleses con sus posesiones de ultramar. Los hispanos, aunque sabemos que obviamente también perseguían intereses económicos, enarbolaron la bandera de la evangelización, incluso allí en los lugares más intrincados, mientras los súbditos de Londres estaban más preocupados por garantizar vías efectivas para la obtención y traslado de materias primas hacia la metrópolis europea.



Cierta o no tal hipótesis, lo real es que Santiago del Estero, por sus condiciones geográficas, no alcanzó el mismo desarrollo que urbes argentinas más jóvenes. Sin embargo, fue la primera capital de la provincia de Tucumán y sede además de su primera diócesis. También sirvió como trampolín para la fundación de otras villas en la actual tierra argentina, por lo que se considera  madre de ciudades.
Debido al proceso de mestizaje de los santiagueños, gentilicio que se usa para designar a sus pobladores, la ciudad es reconocida por el gran aporte folclórico realizado a la identidad argentina, al ser la cuna de ritmos como la chacarera cuya interpretación musical y práctica danzaria se ha extendido no solo a otras regiones argentinas, sino también al interior de los países vecinos.
Santiago de Chile, la novia de Los Andes
Una de las más célebres ciudades de las que honran el nombre del patrón de España en América es Santiago de Chile, capital de ese país sudamericano. Hay historiadores que defienden la existencia en esta zona de un importante asentamiento administrativo del Imperio Inca en la región.



Sin embargo, fue el extremeño Pedro de Valdivia junto con sus tropas quien bautizó al poblado con el nombre de Santiago de Nueva Extremadura, en alusión a su tierra natal. Para ello, según cuenta la leyenda el conquistador español convocó a los caciques de la zona a quien explicó sus intenciones de fundar la ciudad.
Por supuesto, sería ingenuo pensar que detrás de tan romántica historia no corrió la sangre de conquistados y conquistadores. De una forma u otra la villa española quedó establecida oficialmente el 12 de febrero de 1541.
Hay que reconocer que la decisión de Valdivia a la hora de elegir aquel enclave resultó muy acertada, en tanto el asentamiento de los colonizadores estaría sobre un valle rodeada por diferentes grupos montañosos, que actuarían como muralla natural, y a pocos kilómetros del Océano Pacífico.
Cerro de Santa Lucía en Santiago de Chile, sitio donde los europeos dejaron establecida oficialmente la ciudad.
Según se dice, el sitio de nacimiento de Santiago de Chile es lo que hoy se conoce como cerro de Santa Lucía, una colina desde donde pude disfrutar de una excelente vista de esta capital sudamericana, con sus rascacielos y elevaciones, las cuales tienden su alfombra de nieve ante el paso del invierno austral. En el centro hay una estatua de Valdivia quien desde la altura contempla el ir y venir de los santiaguinos, gentilicio usado para referir a los naturales de esta ciudad sudamericana, importante centro cultural, financiero e industrial del subcontinente hasta el punto que se considera la mejor urbe de la región para vivir.
Otras hijas del apóstol
Hay otras ciudades que honran el nombre del Apóstol en América. Habría que referir a Santiago de los Caballeros en Guatemala, fundada en 1524, y la ciudad mexicana Santiago de Querétaro, de 1531, ambas hoy Patrimonio Cultural de la Humanidad. No podría pasarse por alto a Santiago de Guayaquil, en Ecuador, ni a Santiago de los Ocho Valles de Moyobamba, la primera ciudad colonial establecida en la selva peruana, actual capital de una de las provincias del norte de esa nación americana.
Por si fueran pocas las ciudades de Santiago, resulta curioso que incluso hasta en Filipinas, también antigua colonia española, llevaron los misiones hispanos el nombre de su patrón, fundando Santiago del Carig, en la mayor isla del norte del archipiélago. Hoy día los hijos de las ciudades que honran al apóstol, ya sean llamados santiagueses en España, santiagueros en Cuba y Dominicana, santiagueños en Argentina o santiaguinos en Chile se encuentran unidos por el ADN de la cultura hispana, la historia común y la fe que durante siglos alimentó a nuestros pueblos.



Por Miguel Angel Valdés Lizano
Notas:

Los topónimos son los nombres propios de lugares: España, México, El Cairo, Buenos Aires. 







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