En este discurso Hildebrandt, lingüista y política peruana reflexiona, desde una anécdota referida al célebre costumbrista Don Ricardo de Palma, sobre la evolución de las pretensiones hegemónicas de la Real Academia Española en relación con el castellano, una lengua compartida por alrededor de 500 millones de hablantes (nativos y no nativos) en todos los continentes, además de ser idioma oficial en más de 20 Estados.
Aunque no esté de acuerdo con la euforia de Martha, quien fue Secretaria de la Academia Peruana de la Lengua (1995-2003), sí reconozco que la RAE es mucho más flexible que en los tiempos de Don Ricardo de Palma... no faltaba más. Además me parece muy interesante la manera en que esta académica y lingüista peruana aborda la problemática en el siguiente discurso que reproducimos textualmente.
Entre el DRAE y el DA,
el DPD representa una tercera posición, favorable desde el punto de vista de la
América hispana: El DRAE, o sea el Diccionario de la Real Academia Española,
implica una visión de la lengua común desde la perspectiva de la Península
Ibérica, no obstante la considerable cantidad de americanismos que su última
edición (de 2001) incluye.
El DA, o sea el
Diccionario de americanismos -en preparación- contendrá, en cambio, el acervo
de lo que hoy algunos llaman español meridional (no sé qué de meridional puedan
tener, por ejemplo, países como Méjico o Cuba). Pero el DPD, o sea el
Diccionario panhispánico de dudas, tiene, desde su propio nombre, algo que
llega al alma del hispanoamericano: se refiere, explícitamente, a las
angustiosas dudas compartidas por hablantes de español a uno y otro lado del
Atlántico (o del Ecuador, si así se prefiere) sobre el uso correcto de ciertas
palabras o expresiones.
Originalidad del DPD El DPD es un diccionario original y diferente, pues trata no solo temas léxicos, sino también temas fonológicos, morfológicos y sintácticos. Se dirige tanto a quienes desean salir prontamente de una duda concreta como a los que quieren conocer, asimismo, las razones que están detrás de las respuestas.
Originalidad del DPD El DPD es un diccionario original y diferente, pues trata no solo temas léxicos, sino también temas fonológicos, morfológicos y sintácticos. Se dirige tanto a quienes desean salir prontamente de una duda concreta como a los que quieren conocer, asimismo, las razones que están detrás de las respuestas.
El DPD no se ha
pensado, pues, como una obra para especialistas, sino como una ayuda para todos
los hablantes de español. El DPD es de carácter ciertamente normativo, pero
tiene muy en cuenta que la norma, como la lengua, cambia con el tiempo y la
distancia. El DPD basa sus dictámenes en la norma general actual, pero prefiere
evitar drásticos términos como correcto e incorrecto para calificar los usos
lingüísticos tratados. La gradación de sus juicios normativos va desde la
desaprobación y la censura de aquello que es obviamente incorrecto (por ser
producto de la ignorancia o del descuido) hasta la simple recomendación de lo
que es preferible entre dos o más opciones de uso lingüístico. Y muchas veces
se admiten como igualmente válidas dos o más opciones de uso, sobre todo cuando
se trata de la coexistencia de usos obsolescentes y usos emergentes.
Pero no siempre fue la
Real Academia Española tan amplia de criterio como hoy se manifiesta en el DPD.
Antes fue, más bien, bastante intransigente y discriminadora.
La intransigencia de la RAE
Hace un poco más de un siglo, Ricardo Palma representó al Perú, como académico, en la celebración del cuarto centenario del descubrimiento de América. Ya en Madrid, Palma llegó a asistir a unas veinte sesiones de la RAE. Y su experiencia allí fue tan negativa que lo hizo reaccionar en términos muy duros y quejarse abiertamente del drástico rechazo sufrido por sus propuestas de inclusión en el DRAE de varias centenas de neologismos y americanismos.
La intransigencia de la RAE
Hace un poco más de un siglo, Ricardo Palma representó al Perú, como académico, en la celebración del cuarto centenario del descubrimiento de América. Ya en Madrid, Palma llegó a asistir a unas veinte sesiones de la RAE. Y su experiencia allí fue tan negativa que lo hizo reaccionar en términos muy duros y quejarse abiertamente del drástico rechazo sufrido por sus propuestas de inclusión en el DRAE de varias centenas de neologismos y americanismos.
El escritor que, por
prurito de purismo, escriba afta en vez de paco, divieso en lugar de chupo,
adehala por yapa y colilla por pucho, será comprendido en España, pero no en el
pueblo americano para el cual escribe [...]. Creemos los vocablos que
necesitemos crear, sin pedir á nadie permiso y sin escrúpulos de impropiedad en
el término. Como tenemos pabellón propio y moneda propia, seamos también
propietarios de nuestro criollo lenguaje». (Neologismos, págs. 12 a 13).
En su reiterada protesta, Palma llega a criticar el orgulloso lema de la Real
Academia Española: Limpia, fija y da esplendor. Dice que «...la Real
Academia, por mucho limpiar y por mucho fijar, está haciendo del habla
castellana una lengua casi litúrgica [ ]. No creo que la intransigencia
sistemática dé esplendor al idioma». (Papeletas lexicográficas, Lima 1903,
pág. 220). Pero, amainados los vientos y calmadas las tempestades, Palma se
felicita de que la Academia haya empezado a cambiar. Dice a Benito Pérez Galdós
en 1903: «Felizmente hoy la mayoría académica es más liberal y sus ideales
no son tan mezquinos». (Tradiciones, pág. 1548) Pero antes de ese
reconocimiento, Palma había llegado a estampar, sobre el diccionario académico,
lo que él llamaba su axiomática frase: «El Diccionario es un
cordón sanitario entre España y América». (Neologismos, pág. 16).
La situación actual
Después de algo más de un siglo, la actitud de la Academia hacia el español de América implica -hay que reconocerlo- un viraje de ciento ochenta grados a partir de la situación sufrida y descrita por nuestro tradicionista y académico en su dura experiencia de 1892.
La norma y los registros
Volviendo al DPD, debe afirmarse que es, por su naturaleza, una obra en permanente reelaboración. El español, como lengua supranacional común a más de veinte países, implica un conjunto de normas compartidas por toda la comunidad hispanohablante, las cuales se manifiestan en la llamada expresión culta, de nivel formal y extraordinariamente homogénea en todo el ámbito hispánico. Existen, por supuesto, variaciones menores en las diferentes zonas geográficas, pero ellas son más bien de tipo léxico o fónico, y menos frecuentemente de carácter morfosintáctico.
Después de algo más de un siglo, la actitud de la Academia hacia el español de América implica -hay que reconocerlo- un viraje de ciento ochenta grados a partir de la situación sufrida y descrita por nuestro tradicionista y académico en su dura experiencia de 1892.
La norma y los registros
Volviendo al DPD, debe afirmarse que es, por su naturaleza, una obra en permanente reelaboración. El español, como lengua supranacional común a más de veinte países, implica un conjunto de normas compartidas por toda la comunidad hispanohablante, las cuales se manifiestan en la llamada expresión culta, de nivel formal y extraordinariamente homogénea en todo el ámbito hispánico. Existen, por supuesto, variaciones menores en las diferentes zonas geográficas, pero ellas son más bien de tipo léxico o fónico, y menos frecuentemente de carácter morfosintáctico.
El español estándar
La expresión culta formal constituye el llamado español general; el uso del anglicismo estándar para designar el español general dice mucho de la amplia actitud actual de la RAE. El español general o estándar es la lengua que todos usamos (o aspiramos a usar), la que se enseña en la escuela, la que se emplea al hablar en público, la que usan - o deberían usar- los medios de comunicación. Es también la lengua del ensayo y la del libro científico, pero no se identifica con la lengua literaria porque es prerrogativa del poeta o del novelista no respetar las convenciones lingüísticas vigentes en aras de la creatividad y de la expresividad. El DPD tiene como función esencial orientar a quien lo consulte para que pueda discernir, entre usos divergentes, cuáles pertenecen al español general o estándar (que se identifica con la lengua culta) y cuáles están marcados por su ámbito geográfico o por su nivel sociocultural.
La expresión culta formal constituye el llamado español general; el uso del anglicismo estándar para designar el español general dice mucho de la amplia actitud actual de la RAE. El español general o estándar es la lengua que todos usamos (o aspiramos a usar), la que se enseña en la escuela, la que se emplea al hablar en público, la que usan - o deberían usar- los medios de comunicación. Es también la lengua del ensayo y la del libro científico, pero no se identifica con la lengua literaria porque es prerrogativa del poeta o del novelista no respetar las convenciones lingüísticas vigentes en aras de la creatividad y de la expresividad. El DPD tiene como función esencial orientar a quien lo consulte para que pueda discernir, entre usos divergentes, cuáles pertenecen al español general o estándar (que se identifica con la lengua culta) y cuáles están marcados por su ámbito geográfico o por su nivel sociocultural.
Por su carácter
esencialmente normativo, las respuestas que da el DPD a las consultas de sus
lectores están basadas en la norma general que actualmente regula el uso del
español en todo el mundo hispánico. Y la norma es solo el conjunto de
preferencias lingüísticas vigentes en una comunidad de hablantes, adoptadas por
consenso implícito y tomadas como modelo de buen uso. Pero la norma es
cambiante. No es la misma hoy que en los años de Cervantes, y no es la misma en
Madrid que en Lima o Bogotá. El cambio lingüístico no se detiene nunca. Por lo
tanto, el DPD basa sus juicios en la norma vigente en el actual español
estándar, con el respaldo de su riquísimo banco de datos sobre nuestro idioma
que abarca todas las épocas de su evolución y todos los territorios de su
difusión. Pero la diversidad y las divergencias en el uso del español no se
explican solo por razones cronológicas o geográficas: también dependen del modo
de expresión -oral o escrita-, del tipo de comunicación -formal o informal- y
del nivel sociocultural de los hablantes. Las divergencias lingüísticas entre
la norma peninsular y las normas americanas se reconocen y se admiten en el
DPD, siempre que no atenten contra el sistema de la lengua ni pongan en peligro
su unidad.
Asimismo, se tienen en
cuenta los niveles de lengua: lengua escrita frente a lengua oral; lengua
literaria frente a lengua (o habla) corriente; lengua (o habla) formal o
esmerada frente a lengua o habla informal, coloquial o familiar; lengua o habla
culta: la propia de los hablantes educados, que convencionalmente se entiende
como la de aquellos hablantes que han tenido acceso a la educación superior.
Frente a la lengua culta están la lengua (o habla) vulgar o popular, propia de
quienes tienen un bajo nivel de educación, y la lengua (o habla) rural, siempre
conservadora y arcaizante.
Ninguna de estas
variantes de lengua es censurable en su propio ámbito. Pero un buen manejo del
idioma requiere el conocimiento de sus varios registros y la adecuación a las
circunstancias en que se produce cualquier forma de comunicación lingüística.
Solo el conocimiento del registro culto formal, que constituye la base de la
norma, permite al hablante desarrollar todo su potencial de expresión en su
comunicación lingüística.
El seseo
Una muestra importante de la nueva actitud académica, expresada en el DPD, frente al habla de la América hispana es su toma de posición ante el seseo.
El seseo
Una muestra importante de la nueva actitud académica, expresada en el DPD, frente al habla de la América hispana es su toma de posición ante el seseo.
El contraste con la
actitud anterior se advierte al comparar las respectivas definiciones
consignadas en el DRAE 2001 y en el DPD. En el DRAE 2001 se lee que sesear es «pronunciar la z, y la c ante e, i, como s. Es uso general en Andalucía,
Canarias y otras regiones españolas y en América». Nótese la mención de
América como último término en la enumeración de áreas. En el DPD se repite la
definición académica de sesear, pero en la información sobre su área geográfica
se enumeran en orden inverso los territorios en que tiene vigencia: «El
seseo es general en toda Hispanoamérica y en las Islas Canarias, parte de
Andalucía y algunos puntos de otras regiones de España».
Y se aclara que el
seseo andaluz, canario e hispanoamericano «gozan de total aceptación en la
norma culta» (Pág. 598). El seseo es una importantísima característica del
español de América; porque es de uso general y porque es un rasgo de habla
culta en todo el continente. Y el reconocimiento de ambos hechos se expresa
hoy, rotundamente, en el DPD. Al explicar, en su texto introductorio, cómo se
representan las variantes léxicas, el DPD da el ejemplo: « [sapato,
zapato]» y explica luego que «se indica siempre, en primer lugar, la
pronunciación seseante, por ser la mayoritaria en el conjunto de los países
hispanohablantes». (Pág. XXX n.).
La democracia más
amplia y generosa campea hoy en la Asociación de Academias de la Lengua
Española, con más de una veintena de instituciones hermanas instaladas en los
cinco continentes. De esta democracia es expresión consciente y valiosa el
Diccionario panhispánico de dudas.
Evidentemente la RAE hoy en día es muchísimo más flexible que en los días de nuestro querido y admirado escritor Palma,yo diría que a veces se pasa de permisiva;don Ricardo terminó muy decepcionado por la actitud de aquellos academicos de aquellos tiempos por la cerrada negativa hacia los peruanos nos y americanismos que con justicia él debidamente proponía.
ResponderEliminartienes toda razón
Eliminar